15 millones de méritos

En este capítulo de la serie "Black Mirror" se nos presenta un mundo en el cual la gente vive en un mundo de pantallas. El "ciudadano medio", por llamarlo así, vive en cubículos con paredes de realidad virtual en los que tienen su avatar y realizan todo tipo de actividades (visionado de concursos, jugar a videojuegos, ver paisajes, etc.) y su economía se basa en méritos, de tal forma que toda acción que realicen tiene un gasto de ellos, y éstos se ganan día a día pedaleando en bicicletas estáticas que proveen de energía a todas as pantallas de ese mundo. En el caso de tener una deuda de méritos, la persona deja de trabajar en las bicicletas y pasa a ejercer la función de recogedor de basura o siendo protagonistas de programas en los que los humillan con el fin de entretener y hacer gracia a aquellos que están pedaleando.

La única forma en este mundo de tener unas condiciones de vida mejores es a través de un concurso de talentos en el cual hay tres jueces que deciden si vales o no para ello y las "mejores profesiones" a las que puedes aspirar son la grabación de videos sexuales, ser cantante o tener un talento que te permita tener tu propio programa. Es decir, solo ascenderás en la clase social si tienes un talento que pueda seguir entreteniendo a las clases más bajas para que sigan trabajando y aspirando a ello. Para tener una oportunidad de acceder al concurso se debe comprar un ticket que vale 15 millones de méritos.

En esta historia, el protagonista, que trabaja pedaleando, tiene una vida cómoda con un saldo de más de 15 millones de méritos y conoce a una chica mientras ésta está cantando en el baño. Él se queda sorprendido con su voz y después de hablar con ella le ofrece sus méritos para que vaya al concurso, convencido de que la van a seleccionar. Sin embargo, al llegar allí, los jueces ignoran su voz y se centran en su cuerpo, ofreciéndole únicamente la salida del negocio sexual, ella, sometida a la presión tanto del jurado como del público, acaba aceptando y él pierde la última esperanza que le quedaba de vivir algo real con ella y no a través de pantallas, por lo que decide sabotear el concurso. Cuando le seleccionan, sale al escenario fingiendo hacer una rutina de baile y, al acabar, aprovechando un cristal roto, amenaza con cortarse el cuello si no escuchan lo que tiene que decir. Todo su discurso es una crítica muy dura al sistema en el que viven, cómo están esclavizados rodeados únicamente de pantallas y haciendo lo que mandan aquellos que tienen más poder, perdiendo todo tipo de libertad de elección y de contacto con un mundo real.

Finalmente, su discurso pasional convence al jurado y éstos, en lugar de reflexionar, le ofrecen un puesto en un programa y, con ello, la posibilidad de tener una mejor vida y él acaba aceptando.

En este fragmento de la serie, para mi, existen tres críticas fundamentales. En primer lugar, la de la absorción del mundo real en un mundo virtual. Los ciudadanos no tienen contacto en ningún momento con el mundo real, viven rodeados de pantallas y trabajan por y para ellas. Desde que se levantan, todo el trabajo que realizan es para el mantenimiento enérgico de esas pantallas, y todo lo que ganan de salario en méritos, son para gastos en el mundo virtual (personalizar sus avatares, jugar a videojuegos, ver programas de entretenimiento, etc.). Es decir, realizan un trabajo físico diario con el fin de mantener un mundo virtual en el que luego conviven, en lugar de convivir en el mundo real. ¿Nos quiere decir con esto esta serie que acabaremos sumergidos en un mundo de pantallas? o, quizá nos esté diciendo que ya estamos en ese mundo en el que se da más importancia a lo virtual que a lo real.

La segunda gran crítica que veo en este capítulo es la que hace a los programas de entretenimiento y el sistema. En este mundo, la clase obrera, por llamarla así, tiene ocupada su mente con los programas de televisión y no hay tiempo para la reflexión y el pensamiento crítico, y lo único a lo que aspiran es a acceder a un concurso con un talento que sirva para seguir entreteniendo al resto, de tal forma que se genera un círculo en el cual la clase obrera seguirá trabajando para el sistema sin protestar siempre y cuando estén entretenidos.

Por último, la crítica más notoria es la que se hace al final de la película cuando Bing, el protagonista, que es el único ciudadano con un pensamiento crítico y que manifiesta una clara lucha contra la forma de vida que llevan, acaba renunciando a todos sus principios y a todo lo que él cree cuando le ofrecen un puesto en un programa de televisión por su discurso contra el mundo en el que viven y termina aceptando este trabajo para mejorar sus condiciones de vida. Esta acción refleja, por un lado, la hipocresía del ser humano y, por otro, la facilidad que tiene un sistema de controlar tus acciones con el poder y el "dinero", en este caso, los méritos.





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